• 23 de diciembre de 2024 07:49

Los Nocheros y Jorge Rojas, amigos son los amigos: una celebración musical más allá del tiempo

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Dic 11, 2024

Una década atrás, si alguien le hubiera dicho a Jorge Rojas que volvería a reunirse con Los Nocheros casi 20 años después de su alejamiento, y en su propia casa, el cantor seguramente habría hecho caso omiso a ese presagio y hubiera soltado algo parecido a una risa irónica.

Sin embargo, el tiempo pasó y el alejamiento de Kike Teruel del ahora trío salteño abrió una posibilidad inesperada hasta hace poco. Gracias a esas fichas que se movieron, el tablero se acomodó y “la noche del encuentro” se hizo realidad.

La definición del animador Cristian Bazán se repitió más de una vez durante la tercera de cuatro veladas en las que Rojas y su antiguo grupo volvieron a ser uno. Al igual que lo sucedido el fin de semana pasado, la noche del viernes ratificó el acierto que significó está reunión histórica y dejó en claro que podría haber sido motivo para una larga gira o al menos una serie de shows masivos.

Espacio único

Parte de lo que hizo especial la dinámica de esta serie de shows compartidos tiene que ver con lo particular del espacio y el formato del espectáculo, que finalmente resultó ser un mini festival a la medida de una legión de fans que esperaban este momento ya casi sin muchas esperanzas de que se concretara.

La Yapa, el lugar en el mundo que Rojas construyó cerca de Anisacate, acompañó el espíritu de un reencuentro que mantuvo su carácter familiar pese a contar con gente de diferentes puntos del país y un estacionamiento repleto de vehículos.

Con un sector gastronómico a la altura de cualquier festival veraniego, puestos de artesanías y un inmenso patio arbolado, el predio lució impecable y con una infraestructura envidiable, coronada por un escenario a tono con la trascendental cita musical.

Ese punto medio entre un show multitudinario y un espectáculo exclusivo le dio una característica singular y destacable a un evento en el que los egos quedaron de lado y lo que se privilegió fue la celebración de una obra conjunta que también dejó en claro su vigencia.

Ida y vuelta

Luego de la presentación de Efraín Colombo, de la introducción oficial a cargo de Bazán y de cuadros de danza que completaron el imaginario folklórico que atravesó la velada, fue Rojas quien salió a escena para calmar la ansiedad general.

El cantor hizo gala de anfitrión y dejó en claro que este no era simplemente un compromiso o un buen negocio junto a viejos colegas. Por eso volvió a hacer uso de la metáfora arbórea para describir el devenir de una noche que él mismo anticipó como “inolvidable”.

“Gracias por acompañarnos y que todo esto sea posible”, destacó. “Vamos a recorrer en canciones la historia misma de cada uno de los que van a pasar por este lugar, desde el principio, desde aquellas primeras canciones con los changos hasta la última que vamos a cantar hoy”, definió luego. “Forman parte de un mismo árbol”, agregó antes de agradecerle a la vida por haber formado parte de Los Nocheros.

Nuevamente, Rojas sacó a relucir su repertorio personal y mostró por qué es uno de los compositores más respetados de su generación. Junto a su banda, tocó poco más de una hora antes de volver a dirigirse al público para anticipar la llegada de su antiguo grupo. Allí el músico volvió a hacer referencia a lo especial de este encuentro y recordó con una anécdota su llegada al cuarteto salteño durante la primera mitad de los ‘90.

Rojas contó que Mario Teruel lo mandó a llamar a Marca Borrada, donde había arribado para visitar a su familia. El cantante recordó que en ese momento era una zona de difícil acceso y la convocatoria llegó de manera indirecta y disfrazada de problema en ciernes: a través de la Gendarmería y de la policía. A sólo un día de haber vuelto a su pago, Rojas emprendió el viaje a Salta para presentarse en una comisaría y allí descubrió que en realidad era Teruel el que lo había convocado de esa manera tan particular.

“Casi me cruzo a Bolivia”, recordó con humor Rojas antes de cerrar la historia con el mejor final: ese encuentro, café mediante, fue su inicio como integrante del cuarteto. Minutos más tarde, el guitarrista nochero retomó esa senda del recuerdo. Ilustró la timidez de su antiguo compañero y comparó su look de ese momento –”con mocasines viejos, pantaloncito a cuadros y raya acá al costado”- con su actual condición de sex symbol del universo de la música de raíz.

Luego, más allá de las risas, Teruel destacó lo hecho por su colega en su trayectoria individual y remarcó que fue Rojas quien puso a disposición su predio para que el barco nochero zarpe rumbo a una nueva aventura. “Jorge se ha subido al barco y lo ha traído para acá, se suben ustedes y ya tiene connotación de transatlántico”, agregó el músico luego de definir el viaje de su banda como un periplo a través de mares a veces calmos y muchas otras veces tempestuosos.

Una cuenta pendiente

“Gracias a estas benditas canciones”, agregó Teruel antes de dar lugar a la parte más emotiva de la noche, la que todos estaban esperando.

Finalmente, con No saber de ti, el encuentro se concretó una vez más y durante una hora y algunos minutos más cerca de 4 mil personas fueron felices y cantaron a los gritos. De eso se trataba, en definitiva, y eso es lo que entendieron tanto Rojas como sus antiguos compañeros. Me enamoré de una zamba, Cosa peligrosa, Roja boca, la ovacionada Entre la tierra y el cielo (con Rojas y Rubén Ehizaguirre erizando la piel a dúo), Las moras, En suspenso y Canción del adiós fueron algunas de las canciones compartidas antes del cierre definitivo con La Cerrillana.

Para ese momento, pasadas las 2 de la madrugada, ya había quedado claro que este reencuentro no sólo era muy esperado abajo del escenario. Arriba, los protagonistas también derrochaban sonrisas y emoción. Evidentemente era hora de saldar esa deuda de largo aliento. Una cuenta pendiente con una amistad musical capaz de vencer cualquier contratiempo.

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Al igual que lo sucedido el fin de semana pasado, la noche del viernes ratificó el acierto que significó está reunión histórica y dejó en claro que podría haber sido motivo para una larga gira o al menos una serie de shows masivos.Espacio únicoParte de lo que hizo especial la dinámica de esta serie de shows compartidos tiene que ver con lo particular del espacio y el formato del espectáculo, que finalmente resultó ser un mini festival a la medida de una legión de fans que esperaban este momento ya casi sin muchas esperanzas de que se concretara.La Yapa, el lugar en el mundo que Rojas construyó cerca de Anisacate, acompañó el espíritu de un reencuentro que mantuvo su carácter familiar pese a contar con gente de diferentes puntos del país y un estacionamiento repleto de vehículos.Con un sector gastronómico a la altura de cualquier festival veraniego, puestos de artesanías y un inmenso patio arbolado, el predio lució impecable y con una infraestructura envidiable, coronada por un escenario a tono con la trascendental cita musical.Ese punto medio entre un show multitudinario y un espectáculo exclusivo le dio una característica singular y destacable a un evento en el que los egos quedaron de lado y lo que se privilegió fue la celebración de una obra conjunta que también dejó en claro su vigencia.Ida y vueltaLuego de la presentación de Efraín Colombo, de la introducción oficial a cargo de Bazán y de cuadros de danza que completaron el imaginario folklórico que atravesó la velada, fue Rojas quien salió a escena para calmar la ansiedad general.El cantor hizo gala de anfitrión y dejó en claro que este no era simplemente un compromiso o un buen negocio junto a viejos colegas. Por eso volvió a hacer uso de la metáfora arbórea para describir el devenir de una noche que él mismo anticipó como “inolvidable”.“Gracias por acompañarnos y que todo esto sea posible”, destacó. “Vamos a recorrer en canciones la historia misma de cada uno de los que van a pasar por este lugar, desde el principio, desde aquellas primeras canciones con los changos hasta la última que vamos a cantar hoy”, definió luego. “Forman parte de un mismo árbol”, agregó antes de agradecerle a la vida por haber formado parte de Los Nocheros.Nuevamente, Rojas sacó a relucir su repertorio personal y mostró por qué es uno de los compositores más respetados de su generación. Junto a su banda, tocó poco más de una hora antes de volver a dirigirse al público para anticipar la llegada de su antiguo grupo. Allí el músico volvió a hacer referencia a lo especial de este encuentro y recordó con una anécdota su llegada al cuarteto salteño durante la primera mitad de los ‘90.Rojas contó que Mario Teruel lo mandó a llamar a Marca Borrada, donde había arribado para visitar a su familia. El cantante recordó que en ese momento era una zona de difícil acceso y la convocatoria llegó de manera indirecta y disfrazada de problema en ciernes: a través de la Gendarmería y de la policía. A sólo un día de haber vuelto a su pago, Rojas emprendió el viaje a Salta para presentarse en una comisaría y allí descubrió que en realidad era Teruel el que lo había convocado de esa manera tan particular.“Casi me cruzo a Bolivia”, recordó con humor Rojas antes de cerrar la historia con el mejor final: ese encuentro, café mediante, fue su inicio como integrante del cuarteto. Minutos más tarde, el guitarrista nochero retomó esa senda del recuerdo. Ilustró la timidez de su antiguo compañero y comparó su look de ese momento –”con mocasines viejos, pantaloncito a cuadros y raya acá al costado”- con su actual condición de sex symbol del universo de la música de raíz.Luego, más allá de las risas, Teruel destacó lo hecho por su colega en su trayectoria individual y remarcó que fue Rojas quien puso a disposición su predio para que el barco nochero zarpe rumbo a una nueva aventura. “Jorge se ha subido al barco y lo ha traído para acá, se suben ustedes y ya tiene connotación de transatlántico”, agregó el músico luego de definir el viaje de su banda como un periplo a través de mares a veces calmos y muchas otras veces tempestuosos.Una cuenta pendiente“Gracias a estas benditas canciones”, agregó Teruel antes de dar lugar a la parte más emotiva de la noche, la que todos estaban esperando.Finalmente, con No saber de ti, el encuentro se concretó una vez más y durante una hora y algunos minutos más cerca de 4 mil personas fueron felices y cantaron a los gritos. De eso se trataba, en definitiva, y eso es lo que entendieron tanto Rojas como sus antiguos compañeros. Me enamoré de una zamba, Cosa peligrosa, Roja boca, la ovacionada Entre la tierra y el cielo (con Rojas y Rubén Ehizaguirre erizando la piel a dúo), Las moras, En suspenso y Canción del adiós fueron algunas de las canciones compartidas antes del cierre definitivo con La Cerrillana.Para ese momento, pasadas las 2 de la madrugada, ya había quedado claro que este reencuentro no sólo era muy esperado abajo del escenario. Arriba, los protagonistas también derrochaban sonrisas y emoción. Evidentemente era hora de saldar esa deuda de largo aliento. Una cuenta pendiente con una amistad musical capaz de vencer cualquier contratiempo.Más informaciónJorge Rojas, íntimo desde el patio de su casa: Presentar mi disco en La Yapa es un sueño cumplido   

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