Sam Altman y Elon Musk vuelven a encontrarse dentro de un enfrentamiento público. En el último episodio del OpenAI Podcast, el director ejecutivo de la empresa dueña de ChatGPT se sentó junto con el periodista Andrew Mayne y realizó fuertes declaraciones en relación con Elon Musk y su papel dentro del gobierno de Donald Trump. Sin escrúpulos, Altman aseguró que el dueño de Tesla había abusado de su poder dentro de la administración y destacó a los líderes republicanos por ponerle un freno.
“Después de la elección, dije que no creía que Elon vaya a abusar de su poder en el gobierno para competir de manera injusta”, dijo Altman en la conversación. “Y lamento decir que me equivoqué al respecto. Creo que es muy lamentable para el país que él hiciera esas cosas. Agradezco que la administración haya hecho lo correcto y se haya mantenido firme ante este tipo de comportamiento”, aseguró el referente tecnológico.
La acusación de Altman se fecha en mayo, cuando OpenAI estaba cerrando su Proyecto Stargate, una iniciativa de inversión que ronda los 500 mil millones de dólares para construir uno de los centros de datos más grandes del mundo en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos. El acuerdo incluía a otras empresas del sector como Oracle, Nvidia, Cisco, SoftBank y la firma emiratí G42. Musk, que en aquel entonces operaba como consejero presidencial, dijo que haría presión desde Washington para que no se aprobara el proyecto a menos que su empresa xAI estuviese incluida.
Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano, ya que justo cuando quiso intervenir, Trump estaba en una gira oficial por el Golfo para discutir y cerrar esta inversión. Stargate avanzó sin xAI en la lista de invitados y el CEO de Tesla falló en su intento de arruinar el ascenso global de su contrincante, OpenAI. “Altman definitivamente tomó esta ofensiva como un abuso de poder”, comentó a LA NACION Fredi Vivas, ingeniero y docente de inteligencia artificial en la Universidad de San Andrés.
OpenAI Files, el carpetazo
En respuesta a las declaraciones del podcast, Elon Musk escribió en un hilo de X: “Scam Altman ataca de nuevo”. El irónico juego que hizo el magnate de Tesla con el nombre del ejecutivo de OpenAI es un concepto que luego reiteró en su perfil cuando compartió una publicación de los “OpenAI Files”, un proyecto que busca investigar las prácticas gubernamentales, la integridad del liderazgo y la cultura organizacional de OpenAI.
Altman, todo el tiempo, reitera que desarrolla esta nueva tecnología por pasión, no para hacer dinero. Sin embargo, muchos —y Musk principalmente— cuestionan esta declaración. En este sentido, los OpenAI Files destacan ciertas irregularidades en relación con Sam Altman, su dirigencia, su empresa y su enriquecimiento. La principal está relacionada con el hecho de que el directivo quiere convertir la compañía sin fines de lucro en una con fines de lucro. “No me siento cómoda con que Sam esté liderándonos hacia la inteligencia artificial general”, manifestó Mira Murati, la exdirectora de tecnología, a The Atlantic.
Entre los principales hallazgos, los “OpenAI Files” revelaron que la empresa planea eliminar el límite de retorno para inversores —originalmente fijado en 100 veces lo invertido—, una medida que protegía el ideal de distribuir los beneficios de la IA en favor del bien común. También se expuso que el control del brazo sin fines de lucro se ha debilitado, y que varios de estos cambios responden a presiones de inversores que exigieron una reestructuración para continuar con su financiamiento.
Scam Altman strikes again
— Elon Musk (@elonmusk) June 19, 2025
La historia detrás de esta rivalidad
La rivalidad entre Sam Altman y Elon Musk no nació de un cruce en redes sociales ni de un desacuerdo puntual. Para entender el origen de este enfrentamiento hay que remontarse a 2015, cuando ambos cofundaron OpenAI con la promesa de desarrollar inteligencia artificial segura, abierta y al servicio de la humanidad. Compartían la misma visión, pero con el tiempo esa alianza se fue resquebrajando.
En 2018, Musk se alejó de OpenAI tras una serie de desacuerdos internos sobre el rumbo tecnológico de la empresa. Poco después, la organización adoptó un modelo de “lucro limitado”, una estructura híbrida pensada para atraer inversiones sin abandonar del todo su misión original. Para Musk, ese cambio fue una traición al espíritu fundacional del proyecto y el comienzo de su desconfianza hacia la dirección que tomaba Altman.
El punto de quiebre fue 2022, cuando ChatGPT se volvió viral y OpenAI pasó de ser un laboratorio de investigación a una de las empresas más influyentes del sector. Altman se consolidó como referente global, y la compañía selló acuerdos millonarios —entre ellos, una inversión histórica de Microsoft de más de 10.000 millones de dólares que ahora está en jaque—. Desde entonces, OpenAI dejó cada vez más en claro su intención de convertirse en una empresa puramente comercial. Musk, que había resignado su lugar años antes, vio cómo la organización que ayudó a fundar se transformaba en todo lo que había prometido evitar… o quizá en todo lo que había soñado, pero no supo capitalizar a tiempo.
En 2024, la tensión se formalizó en una demanda judicial: Musk acusó a Altman y a su equipo de desvirtuar la misión original de OpenAI al priorizar intereses económicos y avanzar hacia el desarrollo de una inteligencia artificial general (AGI), capaz de razonar como un ser humano, con fines lucrativos. El CEO de Tesla advertía que esa tecnología podía representar un riesgo para la humanidad si quedaba en manos privadas y sin regulación. Pero también dejó en evidencia otra motivación menos altruista: OpenAI se había convertido en una amenaza directa a sus propios negocios.
En agosto pasado, Musk amplió la demanda con acusaciones por prácticas anticompetitivas y, a comienzos de este año, hizo una jugada inesperada: ofreció 97,4 mil millones de dólares para comprar parte de las acciones del board sin fines de lucro que aún tiene poder sobre las decisiones legales de OpenAI. Su objetivo era claro: frenar la deriva comercial y retomar el control de la misión inicial. Altman, fiel a su estilo, le respondió desde X con ironía: “No, gracias, pero si querés, te compro Twitter por 9,74 mil millones de dólares”.
En un podcast, Altman se refirió a un manejo inoportuno que Musk tuvo con una inversión de OpenAI en los Emiratos Árabes; el CEO de Tesla insiste que el líder de ChatGPT no es la persona correcta para liderar esta revolución Futuria