PARIS.- El espectacular robo de las joyas de la corona de Francia en el Louvre el último domingo dejó sin aliento al mundo, afectando negativamente la imagen de lo que era considerado hasta entonces como uno de los museos más seguros del planeta. Sin embargo, mientras los saqueos en iglesias y capillas llevan décadas ocurriendo, los robos en museos franceses no hacen más que multiplicarse.
Como un «Disney» de la creatividad, con obras de arte y mil tonos de verde
Es una realidad, hoy es mucho más fácil robar el museo más grande del mundo que una de las boutiques de lujo de la plaza Vendôme en París. Como si no se hubiera aprendido la lección después del robo de la espada de Carlos X, en diciembre de 1976, en esa misma galería de Apolo. Un tesoro nunca recuperado como, lamentablemente, suele suceder con este tipo de bienes. Estimada en un millón de euros, la corona de Fourvière, robada en mayo de 2017 en el museo de Artes Religiosas de Lyon, tampoco fue recuperada, ni sus cuatro kilos de oro. Consideradas obsoletas, el Louvre había reemplazado las vitrinas antivandálicas con pistón que protegían las joyas de la Corona por otras más modernas, a prueba de balas. Todo parece indicar que no eran suficientemente seguras, ya que no resistieron mucho tiempo a una simple amoladora. El perjuicio financiero ha sido evaluado en 88 millones de euros.
Últimamente una serie de robos afectó a los museos en toda Francia. En París, en la noche del 15 al 16 de septiembre de 2025, delincuentes robaron 6 kilos de pepitas de oro en el museo de Historia Natural. El 3 de septiembre, el museo Adrien-Dubouché de Limoges fue víctima del robo de tres piezas rarísimas de porcelana china. Tres objetos clasificados como “tesoros nacionales”, con un valor total asegurado superior a 9,5 millones de euros.
Un autre cambriolage a eu lieu il y a un mois au Muséum d’histoire naturelle à Paris. Plusieurs pépites d’or d’une valeur inestimable ont été dérobées, dont notamment : une pépite d’or de 5,25 kg datée de plus d’un milliard d’années et provenant d’Australie. #Louvre pic.twitter.com/NMFidMTlSO
— Lebrac (@lebrac21) October 19, 2025
Los ladrones entraron por una ventana que forzaron y, aunque la alarma se activó, lograron llevarse las tres porcelanas chinas, pertenecientes a una colección privada, antes de que llegaran los guardias. Los autores siguen siendo buscados por las autoridades.
Para el alcalde de Limoges, “estos eventos plantean la cuestión de revisar el sistema de seguridad. Debemos estar un paso adelante en lugar de un paso atrás, y no es fácil”.
En el transcurso de pocos días, el museo del presidente Jacques Chirac, en Sarran, Corrèze, fue robado dos veces. Tras el atraco al Louvre, un nuevo robo también se registró en un museo en Haute-Marne. El 20 de octubre, los agentes municipales de Langres descubrieron que una parte del tesoro expuesto en el museo de la Casa de las Luces Denis Diderot había desaparecido. Este conjunto de piezas de plata y oro había sido descubierto detrás de paneles de madera en 2011, durante las obras de renovación del Hôtel du Breuil: cerca de 2.000 monedas, de las cuales 1.633 eran de plata y 319 de oro, acuñadas entre 1790 y 1840. Un robo dirigido y bien preparado.
El 21 de noviembre de 2024, varias piezas del museo de Hiéron en Paray-le-Monial (Saône-et-Loire) fueron robadas, con un perjuicio estimado en cinco millones de euros. Siete personas fueron detenidas, una de las cuales reconoció haber sido reclutada como conductor a través de Telegram por 5.000 euros. La pieza principal del museo, Via Vitae, fue el objetivo de los delincuentes.
En abril de 2018, el relicario con el corazón de Ana de Bretaña, una pieza excepcional de orfebrería realizada en oro en 1514, fue robado en el museo de Obree, en Nantes. El objeto, de un valor patrimonial calificado como “inestimable”, contenía el corazón de la difunta reina de Francia. Desapareció siete días antes de ser finalmente encontrado por la policía, enterrado en el suelo, en Saint-Nazaire. Los cuatro ladrones recibieron penas de entre 18 meses y cuatro años de prisión en junio de 2019.
Sorprende la facilidad con la que los criminales pueden atracar museos, ya que la pérdida que representa la desaparición de ese patrimonio va mucho más allá de su valor financiero.
“Es una parte de nuestra alma nacional la que se está despojando”, denunció el príncipe Joachim Murat, descendiente de Joachim Murat y de Carolina Bonaparte. “Porque ese patrimonio es nuestro bien común, el que generaciones de artesanos, artistas y soberanos han moldeado para la gloria y la memoria de la nación”, agregó.
“Son fragmentos de la historia de Francia y de la humanidad los que desaparecen”, lamenta por su parte el historiador Pierre Branda.
Y la desaparición de las joyas de la corona de Francia la perfecta ilustración. Tras la caída del Segundo Imperio, la Tercera República decidió, en 1887, vender casi todas las joyas, excepto el célebre Regente, el diamante blanco más bello y puro del mundo, que los malhechores del Louvre dejaron inexplicablemente esta semana en su vitrina del Louvre. Poco a poco, a lo largo de las ventas y reventas, los Amigos del Louvre, el Louvre y el Estado volvieron a adquirir algunas de esas piezas para reconstruir la colección histórica. Precisamente esas son las que acaban de ser robadas.

En total, se comete un robo de bienes culturales cada siete horas en Francia. Así, son 1.300 obras las que se roban cada año en todo el país. Cuadros, esculturas, mobiliario, joyas, robados ya sea en museos, en galerías o en casas particulares.
El archivo de la Oficina Central para la lucha contra el tráfico de bienes culturales (OCBC), punta de lanza en la lucha contra estos robos, registra cerca de 100.000 objetos de arte buscados. Esa base nacional se apoya en la inteligencia artificial para escanear de forma permanente y en directo los sitios web de reventa de obras. Y esto, mientras la riqueza del patrimonio francés atrae especialmente a la delincuencia organizada.
“Es nuestro patrimonio el que se evapora poco a poco, por falta de preocupación para protegerlo. Más que nunca, el patrimonio debe ser objeto de nuestros cuidados”, lamenta Louis de Bourbon, descendiente directo de Luis XIV.
Para él, el robo de las joyas de la Corona “aparece claramente como una señal funesta: la del lento desmembramiento memorial de Francia”.
Haciéndole eco, el escritor Sylvain Tesson resume a la perfección el corazón del problema, sin duda cultural y no solo de seguridad:
“Yo vivo a 300 metros del Louvre. Nunca había ido a ver las joyas de la corona”, confesó Para él, esa actitud testimonia de un “asalto que hemos cometido en nuestras propias memorias: el robo de nuestros recuerdos”.
No solamente el Louvre fue blanco de delincuentes, en el último tiempo también faltaron piezas de oro, porcelanas chinas y obras de arte en distintas localidades del país Cultura

